Se acabó lo bueno, ya estamos totalmente instalados de nuevo en la rutina, atrás quedaron los días de playa y ocio, los días sin reloj que marque horas, ni móviles que nos controlan. Los días de descanso y disfrute. Llevamos aquí menos de una semana y ya ni me acuerdo.
Todo el año esperando estas 3 semanas y luego se pasan en un abrir y cerrar de ojos, pero bueno aún nos queda una semana en Navidad, y lo mejor de todo que ¡Ya queda menos!
Antes de l@s frutit@s, una semana después de las vacaciones estaba cabizbaja, triste, con la llamada “depresión post-vacacional” desde que ellos llegaron ni para depresión post-vacacional tengo tiempo. ¡No me da la vida para más!
Estamos en modo “vuelta al cole”: material escolar, uniformes… ¡Una locura!
L@s dos frutit@s empiezan etapa nueva. El frutito ya empieza primaria, madre mía y fue ayer cuando tenía a esa cosita tan, tan pequeñita entre mis brazos. La frutita empieza el cole de mayores y ha llegado a este momento sin darme ni cuenta, ¡Se me ha pasado volando!
Tengo un cúmulo de sentimientos, por una parte alegría porque mis pequeños van pasando etapas, pero también nostalgia porque ya han dejado de ser bebés, ya estamos en otros vuelos.
El hecho de que los dos ya vayan al colegio nos facilita la vida a “él” y a mí, pues ya no tenemos que ir a dos sitios distintos corre que te corre. Así “él” por la mañana irá más relajado y gana media hora con respeto a la hora que frutita se quedaba en la escuela infantil, y yo por las tardes tengo que ir a un único sitio y a la misma hora. Además ellos están ilusionados con ir ya los dos al colegio. El fruto no para de contar a la frutita cómo funciona todo, ¡Me encanta!
Ellos están deseando empezar ya esta nueva etapa y la abuela (la mamá de “él”) también.