En mi caso puedo decir bien alto que los segundos son otra historia. Desde el embarazo, pasando por el parto y terminando con la crianza en general.
Cuando me quedé embarazada por segunda vez "el fruto de nuestro amor" tenía 2 años y medio, con lo cual a este embarazo no le presté ni la sexta parte de atención que a mi primer embarazo, en el cual disponía de todo el tiempo del mundo una vez salía del trabajo.
En el segundo embarazo ni te paras a pensar que estás embarazada, eso va creciendo sin hacer ruido. Tienes un fruto fuera que te roba todo el tiempo.
Recuerdo como en mi primer embarazo me tumbaba sobre el lado izquierdo después de la cena y le ponía a mi garbancito música clásica, que no paraba de leer que era una estimulación buenísima para el feto. También me pasaba ratos hablándole para que le sonara mi voz y explicándole un poco sobre el mundo al que venía. Tres meses antes de su llegada lo tenía todo preparado, incluido un armario de compra compulsiva de mamá primeriza que ni la Preysler. Ni que decir tiene que nada de esto lo hice mientras esperaba a mi frutita (bueno la ropa sí, pero por ser niña que si no...).
Mientras mi primer parto duró 6 horas, el segundo fue visto y no visto, desde que llegué al hospital hasta que nació no pasó ni media hora. Ya nos había explicado la matrona que los mejores partos son los segundos y las mejores parturientas las secundíparas y que luego si tienes un tercero la cosa vuelve a complicarse. Pero nunca imaginé que fuese tan cierto, no puedo sino dar fe a tal afirmación (lo del tercero aún no lo sé, ni creo que lo sepa, pero lo del segundo lo clavó).
Los primeros días de lactancia con mi frutito fueron para olvidar, lo recuerdo como un estrés y una amargura horrible. Sin embargo con mi frutita contaba con el grado que da la experiencia y la tranquilidad que ésta ofrece y fue coser y cantar desde el primer segundo.
Al segundo hijo, al menos en mi caso, le prestas muchísima menos atención que le prestabas al primero, porque ahí está el número 1 reclamando su espacio. Mientras que con el primer hijo das mil vueltas a su cuna mientras duerme, con el segundo esperas a que llore para acercarte y si no llora en un buen rato pero largo, largo, pues mejor.
Luego está el mundo esterilizador, nosotros con el fruto lo esterilizábamos todo, si el chupete se caía (y era frecuente pues no lo quería) a esterilizar, aunque tuviésemos que poner el esterilizador para un solo chupete. ¡Crisis mundial el chupete se había caído en casa! en ese suelo impoluto cuya aspiradora pasabas 8 veces al día no fuese a ser que "el frutito" cogiese una motita de polvo, pero no había duda a esterilizar. Con la frutita el esterilizador no salió del trastero. Si el chupete se caía un chorro de agua y a la boca, y el biberón del agua, con agua y jabón.
Mientras al frutito lo bañamos en su bañerita de bebé hasta los 7 u 8 meses, a la frutita en cuanto empezó a sostenerse sentadita la metimos en la bañera grande con su hermano. ¡El tiempo es oro!
Al frutito le fuimos dando sólido poquito a poco, incluyendo los alimentos lentamente, en cambio a la frutita siendo aún muy pequeña le empezamos a dar las mismas cenas que a su hermano.
Tengo una amiga que tuvo su segundo hijo un poco después de mi primero y siempre decía aquello de "un hijo ata y dos desatan". Por aquel entonces yo estaba que no me daba la vida con uno, así que pensaba que deliraba. Sin embargo hoy, con el paso del tiempo puedo confirmar que esto, por mi propia experiencia, es así.
Nosotros con el Melocotón tardábamos una hora en salir de casa. Le cambiábamos y le vestíamos, y empezábamos a preparar su bolsa: otra muda, o mejor dos que nunca se sabe, el biberón del agua y una botellita pequeña por si le da un ataque de sed nunca visto y se termina el biberón, la colonia y el cepillo (que jamás lo usamos en la calle, pero no podía faltar), pañales 4 por lo menos (aunque fuésemos a estar fuera una hora), el babero, una gasa o mejor dos así cubrimos... Cuando al fin terminábamos, había que cambiar el pañal al niño, que seguro, seguro se había hecho un pis y no lo ibas a sacar así. Total que entre una cosa y otra tardabas más en arrancar que en el sitio en cuestión.
Cuando llegó la Manzanita tardábamos menos en salir, el mayor no tiene la paciencia de esperar hora y media para salir, entonces tiras con menos, más a lo loco. Eso sí más de una vez hemos tenido que parar en un súper o farmacia a comprar pañales porque "la frutita" se había dejado venir y habíamos salido sin pañales.
En nuestro caso, la Manzanita ha sido una superviviente, se ha ido adaptando a las circunstancias con una independencia y autonomía que no le permitimos al Melocotón porque estábamos todo el día encima supervisando cada uno de sus pasos.
Incluso a día de hoy, muchas veces, él y yo comentamos que tratamos a la frutita como si fuese más mayor, como su hermano, teniendo sólo 2 añitos.